7 meses ya. ¿Quién lo diría? El tiempo pasa volando cuando haces lo que más te gusta.

Estoy enamorado de mi trabajo. Los niños especiales me han robado el corazón

En una valoración general de mi tiempo aquí es que ha sido muy bueno, con altibajos pero muy bueno al fin y al cabo. Recuerdo cuando llegué lo perdido que estaba, lo raro que se me hacían los niños… Por poner un ejemplo, soy voluntario de la Casa San Miguel, que es donde están los niños de entre 15 y 18 años. Cuando llegué era el centro de atención y pasados un par de meses era invisible. Ahora simplemente no soy su voluntario, ahora soy uno más de ellos y lo disfruto cada día. Estoy enamorado de mi trabajo. Los niños especiales me han robado el corazón y darles los buenos días es un regalo de Dios. Obviamente siempre hay cosas que mejorar, como por ejemplo la visión que tienen las cuidadoras de los voluntarios, pero nada es perfecto. El personal me trata genial, la mayoría de las cuidadoras (tías como las llamamos aquí) me tratan como a un hijo suyo y gracias a mis compañeras voluntarias a veces parece que no he salido de casa, es una maravilla convivir con ellas. Creo que unirme a NPH ha sido una decisión acertada. Era algo que me pedía el corazón: AYUDAR. Y pienso que lo estoy haciendo bien. Trabajo todo el día en la Casa Santa María, soy voluntario en la casa San Miguel, los sábados doy clases en el batey, los asentamientos más precarios donde viven muchas familias y además tengo otros proyectos pendientes. Tengo la intención de continuar formando parte de la familia de NPH y ver donde me lleva esta aventura para poder seguir ayudando.